Hace una década que Sergio Antonio Meller (54) se burla de la Justicia argentina. En octubre del 2008 fue condenado a 12 años de prisión por el homicidio del comerciante Francisco “Cacho” Balatorre (47), pero en agosto de 2010 se fugó de los custodios de la Unidad Penal II de Oberá que lo trasladaron hasta su casa en Villa Bonita, municipio de Campo Ramón, para visitar a su esposa.
Entonces se informó que se trató de una visita especial porque la mujer de Meller estaba enferma, aunque tampoco se descarta que haya sido una estrategia para favorecer la escape. Luego se pudo establecer que el sujeto contó con un vehículo de apoyo que lo trasladó hasta la costa del río Uruguay, distante a unos 20 kilómetros de Villa Bonita, desde donde cruzó al Brasil con un bote a remos. El prófugo se instaló la ciudad de Giruá, estado de Río Grande do Sul, situada a unos 30 kilómetros de Santa Rosa y a 80 de la frontera con Argentina, donde se dedica al comercio y tiene un buen pasar económico. Algunos lo relacionan con el contrabando.También dispone de un par de perfiles de Facebook mediante los cuales interactúa con sus amigos y antiguos vecinos de este lado de la costa. Incluso, en los últimos días cuestionó y hasta se burló del intendente de Campo Ramón, José Luis Márquez Da Silva, quien viene denunciando el cruce irregular de personas y mercaderías desde y hacia el Brasil, una problemática que requiere atención debido al avance del Covid-19 en el vecino país y el riesgo de contagio.“Joselo quiere plata del Gobierno”, publicó en la mencionada red social Meller, desafiando a la autoridad.Asimismo, aseguró que es “todo mentira del intendente, que por lo visto no conoce su municipio. Y eso se nota porque los caminos ya no se pueden transitar”.
El homicidio
Francisco Balatorre fue ultimado de varios tiros en la cabeza frente a su hijo, quien entonces tenía de 12 años. El hecho se registró alrededor de las 17 del 24 de diciembre de 2007, cuando la víctima, oriunda de Campo Viera, se dirigía desde Villa Bonita hacia Campo Ramón.Conducía por la ruta provincial 103 y a la altura de un camino vecinal fue alcanzado por otro coche que conducía Meller, que lo chocó y efectuó un disparo que provocó la rotura del vidrio del lado del chofer. Así, Balatorre detuvo la marcha de su vehículo y descendió. El agresor se acercó y le efectuó varios disparos que impactaron en la cabeza, en el cuello y en las extremidades, lo que le ocasionó la muerte de forma instantánea. Todo frente al hijo de la víctima. El asesino estuvo prófugo durante cuatro días, hasta que la Policía logró detenerlo en inmediaciones de la vivienda de su empleada doméstica, quien residía con su padre en el Paraje Elefante, distante unos dos kilómetros de la zona urbana de Villa Bonita. Los uniformados detectaron a Meller saliendo de un monte envuelto en una frazada. No ofreció resistencia y en su poder tenía un teléfono celular y dinero en efectivo. Se supone que desde un primer momento intentó llegar a la costa del Uruguay, pero había más de 50 policías siguiéndole el rastro y fue imposible escapar. Según se estableció en el juicio oral y público que se realizó en el Tribunal Penal Uno de Oberá, el imputado asesinó a balazos a Balatorre por una deuda de dinero y presuntos “problemas de polleras”, como dejaron entrever algunos testigos citados. El hijo menor de la víctima, en ese entonces de 12 años, fue testigo presencial del homicidio y su testimonio resultó vital para condenar al acusado.
Condena y fuga
El 16 de octubre de 2008, tras dos jornadas de debate, Meller fue condenado a 12 años de prisión por el homicidio de Balatorre. El Tribunal Penal Uno fue presidido por Francisco Aguirre, acompañado por Lilia Avendaño y Romeo Roque Schwengber.Un perito policial analizó las huellas halladas en los coches y determinó que fue Meller quien buscó, chocó y disparó a la víctima, sin que mediara amenaza alguna para su vida, por lo que se descartó que actuó en defensa propia. Además fue clave el testimonio del hijo de la víctima, quien describió toda la secuencia. También un vecino de la zona testificó que llegó a la escena pocos segundos después del crimen, donde el niño le relató cómo había ocurrido todo y apuntó a Meller, que huía corriendo escopeta en mano. Pero el 19 de agosto del 2010 Meller se las ingenió para escapar de los guardias de la cárcel de Oberá que lo trasladaron a Villa Bonita para ver su mujer. En su descargo, los dos penitenciarios a cargo del traslado reconocieron que Meller les dio 200 pesos, 100 para cargar combustible en el móvil y 100 para comprar algo de comer mientras que él se quedaba en su casa, justo frente al puesto de salud de Villa Bonita.Según el expediente judicial, los funcionarios que facilitaron su escape habrían recibido plata y un freezer. El caso derivó en un sumario interno y en una causa judicial con varios imputados, aunque pasaron casi diez años y aún no se conoció la sentencia.En cuanto al evadido, en los días posteriores la búsqueda se centró en la costa del río Uruguay, pero el sujeto nunca fue recapturado y rehízo su vida en Brasil, incluso sin ocultar su paradero.
Impunidad y negocios
Desde hace varios años Sergio Meller interactúa en las redes sociales como si fuera un hombre sin causas pendientes con la Justicia. Es más, fuentes de la zona mencionaron que tiene familiares en Campo Ramón y Oberá, a los cuales visitaría cada tanto, cruzando la frontera por alguna vía informal o con un documento brasileño falso, como es normal en la costa del río Uruguay, a pesar de las actuales restricciones. Tiempo atrás lo vincularon en el contrabando de vino dulce del Brasil, al punto que habría llamado a una radio de Villa Bonita para desacreditar a un competidor, recordaron. “Dijo que alerten a la audiencia que el vino de tal marca tiene sulfuro, que no lo compren porque hace mal. Eso tuvo mucha repercusión entre los consumidores. Es decir, maneja todos los detalles del negocio. Es chivero (contrabandista) viejo y sabe”, explicaron.
(fuente: el territorio)