Es una de las celebraciones más populares, una fecha marcada en el calendario de todo el mundo, un homenaje más que merecido. Pero como ocurre con otras tantas cuestiones terrenales, en este tema los países tampoco se ponen de acuerdo. En 2012 hasta la Organización de las Naciones Unidas se propuso “organizar la cuestión” y declaró el 1 de junio como Día Mundial de las Madres y de los Padres para reconocer su labor y honrar su trabajo. No tuvo éxito.
La mayoría de los países, entre ellos muchos de Latinoamérica como Chile, Brasil y Perú, festeja el Día de la Madre en mayo. Algunos -los de tradición católica- lo hacen por ser el “Mes de María”. Otros tantos, en sintonía con una costumbre estadounidense de hace más de un siglo. Un caso aparte es Corea del Sur, que el 8 de mayo celebra el Día de los Padres. Pero también hay quienes lo hacen el 8 de marzo, Día de la Mujer, como Albania, Rumania, Bulgaria. O en febrero, Noruega, en pleno invierno. En Tailandia es el 12 de agosto, por el cumpleaños de la reina Sirikit Kitiyakara, madre de todos los súbditos.
La Argentina es uno de los dos países -junto con Bielorrusia- donde el Día de la Madre se festeja en octubre. Y el origen de esta costumbre se remonta a una historia clásica. Veamos….
Día de la Madre: por qué se celebra en octubre
Durante muchos años, la influencia de la Iglesia Católica fue determinante en nuestro país -y en muchos más- para la elección del Día de la Madre. En 1854, el Papa Pío IX estableció como dogma la fiesta de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre, fecha que por entonces varios países adoptaron para celebrar el Día de la Madre y que hoy conserva sólo uno: Panamá.
Casi un siglo más tarde, en 1931, el Papa Pío XI dedicó el 11 de octubre a la “Divina Maternidad de María” como recuerdo de que 1500 años antes, en el 431, el Concilio de Éfeso había proclamado a María verdadera Madre de Cristo, a su vez verdadero Hijo de Dios. Y con esa celebración como mandato definitivo, en la Argentina se empezó a optar por el domingo anterior o el siguiente -por ser día no laborable- para que todos los hijos pudieran visitar a sus madres.
Pero la reforma del Concilio Vaticano II -uno de los encuentros ecuménicos más importantes de la historia y que se realizó entre 1962 y 1965- trajo malas noticias: la conmemoración a la Virgen se trasladaba al 1° de enero en el calendario litúrgico.
El momento tan esperado. El regalo en familia.
Lo cierto es que por cuestiones más terrenales que celestiales, el sentido religioso cedió espacio al comercial -nada hubiera sido menos estratégico en cuestiones de consumo que pasar el festejo materno al 1° de enero- y por esta razón nuestro país conservó el Día de la Madre en octubre.
Con los años, la celebración se estableció de forma definitiva el tercer domingo de octubre, costumbre que perdura hasta nuestros días. No hay registro escrito de los motivos, pero “cuenta la leyenda” que se definió esa fecha para garantizar que todos hubieran cobrado sus sueldos para poder comprarles los regalos a sus mamás.
El Día de la Madre en la historia
Venus de Willendorf. Prehistoria. Realizada hace unos 25 mil años.
La maternidad se celebra desde los tiempos más remotos y en todas las civilizaciones. Se sabe que en la prehistoria -desde hace más de 20.000 años- el hombre primitivo realizaba pequeñas piezas de figuras femeninas que al parecer actuaban como amuletos para favorecer la fecundidad y la procreación.
Medio centenar de esas “Venus” -la más conocida es la de Willendorf- fueron encontradas desde mediados del siglo XIX y se conservan en distintos museos del mundo. La mayoría tiene una característica en común: algunas partes de su anatomía -las mamas, el abdomen, las nalgas y la vulva- son de un tamaño notablemente exagerado con respecto a sus brazos y sus piernas.
También los egipcios honraban a la madre. Tenían varias diosas vinculadas a la fertilidad y la más reconocida -Isis- contaba con su día especial. Una festividad similar recibía en Grecia Rhea, madre de varios dioses del Olimpo en la mitología, al inicio de la primavera. El Imperio Romano heredó la tradición helena y determinó el 15 de marzo como día señalado para iniciar tres jornadas de festividad. En una ceremonia -a la cual bautizaron Hilaria- rendían culto a Cibeles, la diosa Madre, con ofrendas en su templo.
El imperio romano hacía 3 días de festividad por Cibeles, Diosa Madre.
Finalmente, el cristianismo orientó en gran parte de Occidente los festejos de fecundidad a la figura de la Virgen María, máxima representación de la maternidad para esa religión.
En países como el Reino Unido, el Día de la Madre -Mothering sunday- ya se conmemoraba en el siglo XVI el cuarto domingo de Cuaresma, cuando las familias se reunían para concurrir a la iglesia. La fecha varía en función de la Pascua, con lo cual cada año se celebra en días diferentes. Muchos ingleses, sin embargo, adoptaron la tradición de los Estados Unidos, que lo celebra el segundo domingo de mayo.
Es que la influencia de la estadounidense Anna Jarvis fue muy fuerte en todo el mundo. Célebre por haber dado batalla para dotar de oficialidad ese festejo en honor a su mamá (una militante de la paz y la ayuda en la guerra civil estadounidense, quien falleció el 10 de mayo de 1908), logró que en 1914 fuera declarado día festivo nacional por el entonces presidente Thomas Woodrow Wilson e incorporado por la mayoría de los países.
Retrato de Anna Jarvis. Por ella nació el Día de la Madre en Estados Unidos.
Jarvis no imaginaba -y combatió durante los últimos 25 años de su vida- el perfil consumista que iba a ganar su iniciativa. Y hasta se convirtió en la máxima detractora del Día de la Madre: llevó adelante más de 40 demandas en la justicia y en una entrevista que dio poco antes de morir, el 24 de noviembre de 1948, confesó su arrepentimiento por haber tenido semejante idea.
Lo cierto es que comercial o no, en cada país el Día de la Madre es una fecha que se respeta con la rigurosidad que marque el calendario local. Un homenaje que llena de emoción al mundo entero.
(Fuente: Clarín)