Escriben Licenciada Antonia Irene Husulak, organizadora y primera directora del SiPTeD y licenciada Isabel Salerno integrante del primer Equipo de Producción. La extensión global del COVID 19, nos pone frente a inseguridades, debates y nuevos desafíos. A poco de andar el 2020, todo aquello que parecía transitar por cauces normales se hundió. Comenzó una nueva etapa, al principio de extrañeza y luego de desconcierto y conmoción al tener que enfrentarse,nuevamente, al fin de las certezas. Lo que acontece, y lo que viene, lejos de ser algo más o menos previsible es, un albur. Un estado de contingencia que nos obliga a observar y repensar todo: la educación, la salud, la política, la ciencia, el modo de interactuar.
“Los cambios son oportunidades para aquellos que los puedan ver” reza el lema del seminario Reingeniería Organizacional, de la cátedra Trabajo Social II de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Hoy, más que nunca, la contingencia impuso una nueva forma de concretar actos comunicativos. Actualmente, la gran mayoría de esos actos son mediados por las tecnologías. Todos los ámbitos en los que está implicada la interacción humana: la educación, el trabajo, la salud, la política, la religión, la amistad siguen su curso, con más o menos éxito, mediatizadas por cualquier artefacto que permita ponerse en comunicación con otros.
Sin dudas el celular, ese aparato que presentara -en 2007- Steve Jobs, en el Mascone Center en San Francisco (Estados Unidos) y las posibilidades de interconexión se convirtieron en salvavidas. Esto es, la posibilidad de “mantener a flote” el desarrollo de actividades laborales de tipo administrativas, de estudio, de venta de mercadería y servicios y de las relaciones familiares y de amistad. El celular admite el mensaje de texto, la posibilidad de hacer video llamadas y el acceso al ocio. Opciones que, sin dudas, ayudan a mitigar la angustia, reducir la ansiedad y atemperar la soledad.
Las posibilidades de interconexión permiten la tele venta. Tal es el caso de los agricultores misioneros que, por estos días, incursionan en la venta online, de la producción de frutas y hortalizas. Una innovación promovida por el Ministerio de Agricultura Familiar.
La tecnología abre paso a experiencias de tele gimnasia. Profesores que adaptan sus prácticas para estimular el desarrollo de actividades físicas en la casa. Psicólogos y médicos que atienden a sus pacientes a través de video llamadas.
Los docentes del sistema educativo formal encontraron en el celular la posibilidad de mantener activos los procesos de aprendizaje de todos los niveles educativos, al menos de aquellos que tienen una computadora o un teléfono inteligente y acceso a la interconexión.
El Coronavirus, y con él la apropiación de tecnologías de la comunicación, marcará un hito de profundas transformaciones políticas, culturales y sociales. Marcará el inicio de una nueva etapa, caracterizada por repensar métodos, oficios, profesiones y negocios. Una etapa para reinventar, con más impulso y mucho coraje, lo que el mundo global nos pone en el camino.
Teleducación. Una experiencia vigente
Hoy el tema de la educación es un desafío. En este sentido, Misiones cuenta con una valiosa historia en materia de educación -formal y no formal- mediada por tecnologías de comunicación. La coyuntura, es una oportunidad para hacer presente ese pasado reciente que marcó un hito, no sólo en la Provincia sino también en Latinoamérica. En enero de 1984, el doctor Sábato Romano, un político visionario, convoca al doctor Alberto Obligado Nazar, ex subdirector de la UNESCO en materia de comunicación, a fin de diseñar una propuesta de educación a distancia para toda la provincia. Así, la propuesta comienza a tomar forma y da paso a la Teleducación en la Provincia.
El 18 de octubre de ese mismo año, se aprobó la Ley Nº 2161 que dió origen al Sistema Provincial de Teleducación y Desarrollo (SiPTed). Un hecho que nos debe enorgullecer como habitantes de Misiones, se trata de la primera Ley del país que contempla de educación por medio de soportes audiovisuales.
Se conformó un equipo de trabajo que reunió profesionales de la educación, la comunicación, el cine, arte gráfico y musical. Algunos profesionales misioneros, que habían desarrollado sus estudios en otras provincias, convocaron a ex compañeros de estudio; otros se interesaron tras haber visto o escuchado acerca de la propuesta. Así, un crisol de tonadas pobló el edificio en el que se montaron salas de grabación, edición, impresión y la administración de una propuesta innovadora.
Es difícil explicar el clima de trabajo que motorizo el alto nivel de producción de esos primeros años. Seguramente, una mezcla en la que se combinaron la atracción por lo novedoso de la propuesta; el desafío por aprovechar el potencial de unos soportes de comunicación que, hasta el momento, estaban destinados sólo a la información y el entretenimiento; la forma ágil y transparente de administrar los recursos, que permitía avanzar en la innovación y, a no dudarlo, también por el clima que se vivía en el país: eran las primeras brisas de la democracia, tras años gobiernos militares.
En pocos años se realizaron una buena cantidad de producciones audiovisuales, con temáticas que daban cuenta de la historia, la geografía, la producción y la idiosincrasia de Misiones. Se crearon 80 Teleclubes en el interior de la provincia. Tal el nombre que se les dio a esos espacios comunitarios habilitados con televisores y videocaseteras. Una estructura material y una producción audiovisual, sonora y gráfica que permitió desarrollar actividades de educación no formal; impulsar cursos de Perfeccionamiento Docente, y poner en acción el Programa de Educación Secundaria Abierta (ESA).
En este punto vale hacer una digresión, es válida por cuanto pone en evidencia que detrás de cada acción estaba presente el discurrir intelectual. Por aquellos años, la formación mediada por tecnologías era nominada como “educación a distancia”, una acepción que, de algún modo, limitaba las aspiraciones de la institución.
El impedimento no siempre es una cuestión de “distancia”, otras trabas pueden limitar el acceso a la educación: el lenguaje, la cultura, las discapacidades sensoriales o motoras. En este sentido, la nominación “educación abierta” permite ampliar la mirada para registrar esas otras trabas.
Los Teleclubes y las producciones estuvieron también al servicio de la educación no formal, esto es, esas prácticas formativas que no están contempladas en el sistema educativo formal. En ésta línea de trabajo se llevaron a cabo -en convenio con el INTA- producciones televisivas y radiales destinadas a las comunidades rurales. Realizaciones audiovisuales, sonoras y actividades presenciales que buscaban dar respuesta a temas diversos, desde el asesoramiento para la poda plantas, hasta las indicaciones para construir las letrinas alejadas del lecho del río.
Se desarrollaron actividades en pequeños parajes para diferentes grupos, desde los pequeños agricultores hasta las comunidades guaraníes. Por esos años, fines de los 80, había territorios sin energía eléctrica. Allí, donde no había luz igual funcionaban los Teleclubes, con artefactos alimentados con grupos electrógenos y la pasión de quienes asumieron el desafío de llegar con todos los medios a todos los habitantes de la provincia.
Los primeros años fueron intensos, eran los primeros pasos de una propuesta innovadora que imponía nuevos aprendizajes y nuevos retos. Si uno de los desafíos estuvo puesto en llegar con artefactos eléctricos a lugares donde no había la luz, otra provocación fue lograr teleconferencias entre lugares tan distantes como Posadas, ubicada en el hemisferio Sur, y una ciudad canadiense ubicada en el hemisferio Norte.
En 1987 se firma un convenio educativo entre el SiPTeD y la TéléUniversité de Quebec. El acuerdo contempló dos momentos. Uno de formación de profesionales misioneros en aquel país y otro, en el que ellos mismos se convertían, a su vez, en formadores de los docentes y multiplicadores, distribuidos a lo largo y a lo ancho de Misiones. Este último trayecto, de formación de formadores locales, se realizó a través de tres teleconferencias impartidas desde la Universidad canadiense.
Las teleconferencias, por aquellos años, requerían dos tipos de soportes tecnológicos: el satelital, para interconectar los dos países y el cableado de red coaxil, para distribuir la señal televisiva en territorio nacional y provincial. En cuanto al trayecto satelital se realizaron gestiones para el uso de plataformas satelitales extranjeras (Argentina no tenía ese tipo de tecnología) y, para el transporte informacional dentro del país, el sistema que usaba la televisión.
El soporte técnico empleado para la distribución de la señal televisiva, no admitía comunicaciones en simultáneo. De modo que, dada la hora prevista para la transmisión (el mediodía), había que decidir entre dos cuestiones: las Teleconferencias o mantener el programa de Susana Giménez. En ese momento Hola Susana era uno de los programas televisivos con mayor audiencia cuestión que ofrecía tensiones y no menos disputa.
Para alcanzar el objetivo de poner en el aire la propuesta educativa, tuvo que terciar -decreto mediante- el entonces Presidente de la Nación: Raúl Alfonsín y, contar así con la infraestructura necesaria para el curso de Formación de Formadores en el territorio provincial.
Sin dudas, el SiPTeD, no hubiera sido posible sin la convicción política de llegar, con un sistema de educación formal y no formal, a todos los rincones de Misiones. Los desafíos apuntaron a varias cuestiones: conformar un equipo interdisciplinario en educación mediada a través de distintos soportes; armar la infraestructura de teleclubes en el interior y producir material gráfico, sonoro y audiovisual.
Lo novedoso de la propuesta requirió, entre otras cuestiones, poner el acento en el tema de la formación en comunicación audiovisual. En este sentido, el primer año se contrató al reconocido cineasta Eduardo Mignogna quien, junto a un equipo de profesionales, realizaron producciones televisivas de alto impacto no solo por las temáticas abordadas y la calidad cinematográfica, sino porque significaron la oportunidad de formar el equipo profesional del SiPTeD.
Las primeras producciones, dirigidas por Mignogna, como Aborígenes, Misiones Jesuíticas, Los Colonos, Educación Rural; la miniserie Horacio Quiroga, entre Personas y Personajes, fueron sin duda, una oportunidad de capacitación profesional de quienes abrazaron un sueño para hacerlo realidad. Así mientras unos se perfeccionaron en escritura de guión, otros lo hicieron en sonido, filmación, producción, dirección de actores o edición.
Unidos por aquellos desafíos y logros -en octubre de 2018- con motivo de los 34 años de la Ley que diera origen al SiPTeD, Posadas fue el centro de “re-unión” de quienes siguieron su trayectoria en Misiones y de aquellos que emigraron a otras provincias. Juntos para evocar la experiencia compartida. Esos días de encuentro no sólo sirvieron para intercambiar experiencias y renovar los lazos afectivos sino también, para interpelar el presente educativo. Un sistema que, a lo largo y a lo ancho del país, no logra apropiarse de tecnologías que vigoricen los procesos de aprendizaje.
En el contexto de la pandemia, a dos años de aquel encuentro, se observan múltiples esfuerzos para lograr la continuidad educativa de niños y jóvenes. El desafío de hoy está potenciando la creatividad y la innovación. Dos condiciones imprescindibles para avanzar hacia otros territorios. Tener acceso a un soporte técnico no garantiza por sí los procesos de interacción e integración que requieren los procesos de educación y formación.
Las posibilidades que ofrece hoy internet tienen como único obstáculo la falta de conexión. Cuando Misiones inició aquella experiencia, el país no contaba ni siquiera con un satélite. Hoy sólo basta con mirar el cielo una noche estrellada para descubrir, en pocos minutos, el merodear de varios. Llegados a este punto, y usando el lenguaje informático como metáfora, cabe preguntarse si los límites para avanzar en estos nuevos modos de hacer, son un problema de hardware o de software, esto es de los artefactos o del modo de procesar los problemas, de formular las soluciones y de aprovechar los conocimientos y las experiencias adquiridas.
Frente a estas reflexiones y evocaciones está claro el valor incalculable de las innovaciones tecnológicas en todos los órdenes. La provincia fue pionera en desarrollar una propuesta educativa innovadora. Hoy, la pandemia nos empuja a buscar soluciones en otros campos como el teletrabajo o la telemedicina cuestión, esta última, como Canadá la tenían en desarrollo, según señalaron -en 1987- los expertos de aquel país, cuando desarrollaron actividades en el SiPTed.Está claro que el presente nos impele a nuevos desafíos. En el contexto de la emergencia sanitaria que azota al mundo, bien podríamos retomar aquella consigna del SiPTeD: Todos los Medios Modernos para la Educación de Todos para re-significarla: Todos los medios modernos para la educación, el trabajo, la salud, el ocio y las relaciones afectivas de todos.
(Fuente: Económis)