El expediente que investiga el cruento asesinato del colono José De Olivera (52), quien fuera atacado a machetazos y desmembrado en agosto pasado en su chacra de Piñalito Norte, registró novedades durante las últimas semanas.
Y es que desde la defensa del único detenido y principal apuntado en el caso, José Martín Chávez (48), presentaron un recurso de apelación ante la reciente prisión preventiva dictada por el juez Martín Brites, titular del Juzgado de Instrucción Tres de Puerto Iguazú, a cargo de la pesquisa en el caso.
Según pudo saber un medio provincial con voceros ligados a la investigación, el planteo expuesto desde la defensa del implicado nace a partir de la extensión del período de detención que determinó el magistrado interviniente el pasado 7 de enero.
En esa oportunidad, Brites decretó la prisión preventiva para Chávez bajo la calificación de homicidio simple, que estipula penas de entre 8 y 25 años de prisión en caso de confirmarse su responsabilidad en el hecho.
Ahora, será la Cámara de Apelaciones de Misiones la que analice el criterio del juez de instrucción en su dictamen y tome una determinación en torno al planteo de la defensa.
Cabe recordar que Chávez fue detenido el pasado 23 de septiembre, es decir 41 días después de conocerse el hecho. Sobre él pesaba una orden de arresto desde hacía varias semanas y su ubicación se dio en el Paraje Azopardo, en donde intentó evadir a los uniformados que intentaban atraparlo. Aunque finalmente fue esposado y alojado en la comisaría de Piñalito Norte.
Los investigadores llegaron hasta él luego de que testimonios recolectados con allegados y familiares de la víctima indicaron que este último había sido víctima de amenazas previas por parte de Chávez, con quien al parecer mantenía una mala relación por cuestiones vecinales de vieja data.
Crimen premeditado
Según los elementos que se tienen hasta el momento en el expediente, se sospecha que el asesinato ocurrió entre el 10 y el 11 de agosto del año pasado en Picada Unión del Paraje Kilómetro 130, en donde residía en soledad De Olivera.
Aunque recién dos días más tarde fue descubierto el crimen mediante la intervención de Martín C., cuñado de la víctima quien decidió ir a ver a la casa de su familiar tras no tener señales de vida de éste durante más de una semana.
Cerca de las 14 de ese 13 de agosto, el testigo refirió a efectivos de la comisaría de Piñalito Norte de la Unidad Regional XII que a unos 400 metros de la casa de “Mico” -como era conocido la víctima- encontró un cuerpo sin vida y en avanzado estado de descomposición tendido en el suelo.
Aunque por las prendas de vestir sospechaba que sería su familiar quien yacía tendido sin vida y con signos de haber sido brutalmente atacado con un arma blanca.
Ya con presencia de peritos forenses y médicos policiales se pudo establecer que el cuerpo pertenecía al dueño de la chacra, aunque por el avanzado estado de descomposición y la intervención de aves de carroña que habían atacado el cuerpo previamente, era difícil determinar la causa de muerte.
Luego, mediante la autopsia, se pudo establecer que el colono “sufrió múltiple segmentación y ausencia de elementos corporales que fueron causados por un elemento filoso”.
Ya con la confirmación del homicidio se comenzó a indagar en posibles sospechosos y en un primer momento la Policía de Misiones demoró a tres peones que trabajaron para De Olivera. Aunque ninguno tuvo relación con el hecho.
Días posteriores, se pudo reconstruir que la víctima habría mantenido una discusión con el detenido y que el propio implicado había amenazado en presencia de otros vecinos a De Olivera.
“Tengo mis dos machetes afilados y preparados para picarle a Mico”, habría vociferado en una reunión el acusado previo al hecho. Y ya consumado el crimen, en otro diálogo con otro allegado cuyo relato consta en el expediente sostuvo: “Ese ya no molesta más, ya saqué lo que quería”.
Ya con datos que apuntaban a Chávez, una comisión policial se trasladó hasta su chacra en el Paraje Kilómetro 13 de San Antonio en donde con previa autorización judicial se realizó un allanamiento en donde se secuestró un machete y prendas de vestir con manchas de color rojizo.
En ese momento se tomó declaración al hijo del acusado, quien señaló a los investigadores que no sabía nada de su progenitor desde hacía varios días y que este último había abandonado el lugar con rumbo desconocido.
(Fuente: El Territorio)