miércoles, 21 mayo, 2025

Marisa: De ser maestra de un jardín privado en Rosario, Santa Fe, al jardín de la Aldea Mbororé

Hoy, 28 de mayo, se celebra el Día Nacional de los Jardines de Infantes en homenaje a Rosario Vera Peñaloza, gran docente riojana de nivel inicial conocida como “La maestra de la Patria”, fundadora del primer jardín del país. Falleció el 28 de mayo de 1950, y también se celebra el Día de la Maestra Jardinera.

Para conmemorar esta fecha de forma especial, InfoMate dialogó con Marisa Villalva, maestra de nivel inicial, quien nos compartió cómo es ser maestra jardinera para niños de las comunidades aborígenes de Puerto Iguazú.

Marisa ejerce su profesión con amor y pasión desde hace 27 años. En diálogo con InfoMate, compartió un poco de su historia y trayectoria. Actualmente, trabaja en la Aldea Fortín Mbororé, la primera aldea de Puerto Iguazú en contar con una salita de nivel inicial. Marisa trabaja en el lugar desde el inicio, siendo la primera maestra jardinera de una comunidad Mbya Guaraní. Se encuentra a cargo de las salitas de 4 y 5 años en ambos turnos (mañana y tarde) y es maestra de alrededor de 50 alumnos. Lleva trabajando en esa aldea 23 años.

Su trayectoria como maestra jardinera comenzó cuando se graduó de su profesión en Rosario (Santa Fe), donde trabajó en jardines de institutos privados. Luego se mudó a Puerto Iguazú, y ejerció su profesión en varias escuelas. En ese contexto, dijo: “Tuve el agrado de conocer varias escuelas públicas donde me sentí muy a gusto, entonces un día fui nombrada para trabajar en una escuela aborigen. Si ahora me dicen que me tengo que ir de acá, sufriría mucho”. Continuó: “Trabajar con estos niños es algo maravilloso, veo que la gente lo suele asociar con algo malo, pero es porque no conocen el amor que estos niños transmiten”. También comentó sobre algunos desafíos, como la diferencia de idiomas: “Es muy gratificante cuando vemos los logros alcanzados, ya que trabajamos con comunidades aborígenes que hablan otro idioma, la lengua guaraní. Eso añade un poco de dificultad a la hora de educar, por lo que la vocación debe estar al pie del cañón, demostrando que uno puede educar a los niños en esos lugares”. Además, comentó que siempre intenta transmitir esa fortaleza a sus colegas: “Siempre hay que estar preparadas para trabajar en cualquier ámbito”.

A lo largo de la entrevista, Marisa no dejó de expresar su felicidad y nos compartió anécdotas que la marcaron como profesional de la educación: “Cuando me nombraron para trabajar en la aldea, mi miedo más grande era no poder conectar con los chicos. Me decía a mí misma que, al hablar como rosarina, quizás los niños no me entenderían. Entonces, tuve que ponerme al tanto del lenguaje guaraní para poder comunicarme. Me frustré y pensaba que mis alumnos no me entenderían. Al final, no fue así. El amor siempre te hace conquistar nuevas herramientas que te llevan a tener nuevas perspectivas para lograr los objetivos”. Continuó entre risas: “Anécdotas como esa tengo miles, como por ejemplo, la primera vez que les di plastilina a los chicos, me hacían coatíes, cositas divinas y me asombraba. Esas son unas experiencias de vida que me quedarán marcadas en mi corazón y quedarán con todos los niños que fueron mis alumnos”.

También expresó su agradecimiento a todos los que hacen visible el trabajo en las aldeas, ayudando a que toda la sociedad pueda conocer el arduo trabajo en las comunidades aborígenes, donde se trabaja con mucho amor.

Finalmente, Marisa extendió un cálido saludo a todos sus colegas en su día, en especial a Sol y Cristina.

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